Las emociones como invitadas a cenar

Todas las emociones son necesarias para la supervivencia. Todas y cada una tienen una función adaptativa. Percibir las emociones es lo que nos hace sentir vivos, organizar nuestra conducta y dar sentido a nuestras vidas. No existen emociones positivas o negativas, las emociones simplemente son. Cada emoción conlleva una predisposición para actuar, tiene una razón

Hoy que estamos viviendo bajo condiciones extremas de aislamiento del exterior de nuestros hogares y a la vez intimidad al máximo en el interior de estos, nuestra vida emocional parece estar arriba de una montaña rusa que no se detiene. En un mismo día o quizá en una misma hora llegan a nosotros todas las emociones posibles. Pasamos de la tristeza a la preocupación, interrumpidas por la risa que nos puede causar algo que leemos y nos trae un momento de alegría que tanto necesitamos. Pasamos del miedo de un futuro incierto al goce de una plática o un contacto placentero con nuestros hijos. Por si no fuera suficiente lidiar con este ir y venir de emociones personales, al mismo tiempo convivimos íntimamente con nuestros seres más queridos que están experimentando lo propio.

Si algo sabemos los psicólogos es que no hay nada que potencie mas una emoción que el tratar de silenciarla o ignorarla. Por eso mi consejo de hoy es: recibir a las emociones como invitadas a cenar. Así como lo leen, aunque pueda parecer extraño. Cuando digo que las invitemos a cenar, y esto es una metáfora que tomé prestada de una buena amiga, me refiero a que las dejemos pasar, las escuchemos, les demos su espacio, pero no las invitemos a quedarse en casa o en nuestra mente. Ninguna emoción debe quedarse a vivir, ni el enojo, ni la tristeza, ni el miedo ni siquiera la alegría. Las emociones como las nubes, son pasajeras.

Todos los miembros de la familia tienen necesidad y derecho de sentir todas las emociones. Los adultos tenemos la responsabilidad de validar las emociones de los niños y ayudarlos a expresarlas, les aseguro que haciendo esto bajará la necesidad de actuarlas y expresarlas conductualmente. De igual manera los adultos permitamos atender a nuestros invitados a cenar para que también podamos despedirlos en tiempo y forma.

Así como en estos tiempos pueden invitarse solos el miedo, la tristeza, el enojo y la ira recuerden que también podemos invitar a la esperanza, la felicidad, la seguridad y la alegría. Si perciben que están lidiando con emociones de las que no se están pudiendo liberar y están afectando sus dinámicas familiares no duden ni un instante en buscar apoyo de un profesional.

Hasta la próxima

Alejandra Jiménez Gutiérrez

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Alejandra Jiménez