Con los dedos de una mano

Nunca he estado de acuerdo con lo que se suele decir popularmente ¨Los verdaderos amigos se pueden contar con los dedos de una mano¨ Creo de hecho, que nunca estaré de acuerdo con esa premisa, pienso que los seres humanos podemos tener muchos vínculos afectivos, muchas relaciones significativas en un mismo momento y a lo largo de la vida. Pienso incluso como dice Inés di Bártolo que ¨nuestros vínculos nos hacen quienes somos¨ y también afirmo que la felicidad es proporcional a la calidad de nuestras relaciones. 

Hoy, que estamos viviendo una situación de cuarentena por una pandemia que nos tiene confinados y alejados de cosas que creíamos necesarias, nos damos cuenta que no lo eran tanto. Nos enfrentamos a la necesidad de recargarnos en lo verdaderamente importante y trascendente y vemos que no son logros ni objetos sino: personas.

Es un buen momento para reflexionar. Seguramente durante este tiempo se habrán dado cuenta que dentro de las personas y seres queridos que se asoman en la intimidad del aislamiento están aquellas personas que nos alegran haciéndonos reír un rato y olvidarnos un momento de estrés que estamos atravesando. Otras por el contrario nos llenan de ansiedad porque no pueden contener la propia. Hay las que nos intoxican, algunos nos inspiran y nos contagian ganas de vivir y hacer cosas proactivas. Están también las ausentes que creíamos cercanos y las muy presentes a pesar de la distancia. Así desfilan en nuestro día a día muchos vínculos que tenemos muy cargados de afecto.

Hay otro tipo de vínculos en los que quiero poner énfasis en este escrito, porque creo que son esas figuras las que se cuentan con los dedos de una mano, no porque los demás vínculos no sean importantes o valiosos, sino porque así venimos programados genéticamente para la supervivencia. Desde que nacemos hasta que nos morimos tenemos la necesidad de establecer relaciones de apego con unas cuantas personas (no más que los dedos de una mano). Experiencias de estrés, como la que estamos viviendo hoy nos permiten darnos cuenta quienes son nuestras figuras de apego. Lo que hace diferentes a estas figuras, de los otros vínculos afectivos que tenemos, es la capacidad que tienen de brindarnos protección y seguridad, ayudan a regularnos y organizar nuestras emociones. Generalmente buscamos su cercanía cuando nos sentimos ansiosos o desbordados porque tienen la disponibilidad y la capacidad de devolvernos la paz. Estas figuras nos ayudan a repararnos y volver a coordinarnos. Te invito a que reflexiones en este tiempo quienes son esas figuras que te ¨resetean¨ el alma, procúralas, cuídalas y mantente cerca de ellas, son tus figuras imprescindibles para la vida y sumamente necesarias en estos momentos difíciles. 

Hasta la próxima

Alejandra Jiménez Gutiérrez 

 
jesc3bas-extiende-su-mano.jpg
Alejandra Jiménez