¿Debemos los padres ayudar a los hijos en “la escuela en línea”?

Una mamá preocupada por el desempeño de su hija en la escuela en línea me preguntó: ¿Debemos los padres ayudar a los hijos en “la escuela en línea”?

Estoy segura de que muchos papás se han cuestionado lo mismo, especialmente en las circunstancias que hoy se viven. En realidad, no hay respuestas ni recetas exactas, pero podemos comenzar por aclarar que nadie se puede hacer responsable de algo para lo que no está preparado, o para lo que no ha desarrollado las habilidades para lograrlo completamente.

Los invito a reflexionar sobre si sus hijos están listos para las expectativas académicas que estamos teniendo y si estas son adecuadas para su nivel de desarrollo emocional, cognitivo y fisiológico. Si la respuesta es no, entonces nuestro rol como papás es precisamente ayudarlos a desarrollarlas y proveer el soporte necesario que los conduzca hacia la autonomía. Esto es un proceso gradual.

Para lograr el éxito académico o alcanzar las metas propuestas, nuestros hijos requieren tener ciertas habilidades conocidas como funciones ejecutivas. Estas habilidades son las que permiten a las personas hacer las cosas; algunos las llaman el CEO de nuestro cerebro y de nuestro cuerpo. Pegg Dawson, la autora del libro “Smart but Scattered”, las categoriza en 11 funciones: inhibición de impulsos, memoria de trabajo, regulación emocional, flexibilidad, atención sostenida, iniciación de tareas, planeación, organización, manejo del tiempo, persistencia y metacognición. Ella identifica las primeras 5 como las funciones básicas y las otras 6 como funciones avanzadas. Todos nacemos con las funciones ejecutivas sin desarrollar, como potencial; este se va logrando gradualmente, durante los primeros 25 años de vida.

En muchas ocasiones he escuchado a papás comparar la escuela en sus tiempos en los que los niños se “rascaban con sus propias uñas” y la actual. Quiero resaltar el que hoy estamos viviendo un mundo particularmente demandante en funciones ejecutivas. La información crece exponencialmente al igual que la evolución de la tecnología y no se diga de la velocidad a la que vivimos y los grados de estrés, estímulos y ansiedad que manejamos. Lo anterior ha dificultado que las expectativas que tenemos sobre niños y jóvenes vayan a la par con el desarrollo de sus funciones.

Ahora bien, ¿qué rol nos toca a los padres?: los padres son los responsables de apoyar el desarrollo de las mismas. ¿Cómo?: modelando, practicando y enseñando cada una de ellas. Algunos se preguntarán: ¿qué tanto?; aquí, mi respuesta es: ¡cuantas veces sea necesario! 

Es importante entender cómo funciona el cerebro de nuestros niños y desarrollar nuestras propias habilidades reflexivas para determinar en qué etapa se encuentran nuestros hijos y saber qué estrategias y apoyo debemos brindar. Nunca le pedirían a un bebé de brazos que dejara el pañal, porque saben perfectamente que no está listo para hacerlo. Sin embargo, le pedimos a un niño de preescolar que ponga atención durante varias horas a sus clases en línea y queremos que no nos interrumpa en nuestra junta laboral. Lo anterior es tan descabellado como el ejemplo del pañal. 

Las habilidades parentales reflexivas a las que me refiero requieren de dos principios fundamentales y básicos para poder desarrollar el resto de las funciones ejecutivas:

El primero es dejar de ver el comportamiento considerando “malo” como el problema a atacar y empezar a ver lo que hay tras dicho comportamiento, como el problema a resolver.

No hay niños malos, mal portados o flojos. Ross Green explica en su libro “The Explosive Child”, que “los niños con comportamientos retadores, son retadores por que les faltan las habilidades para no ser retadores”. Entendiendo esto, podemos, en lugar de regañar o castigar al niño por no estar poniendo atención en clase, enfocar nuestra energía en investigar ¿por qué no puede poner atención en clase?, para implementar las estrategias para ayudarlo a desarrollar dichas habilidades.

El segundo es entender la regulación emocional como base para poder acceder al resto de las funciones ejecutivas, ya que solamente podemos aprender, interactuar socialmente y desarrollar habilidades, si estamos en estado de calma.

No hay manera de que un ser humano que no se sienta seguro, pueda activar su capacidad de aprendizaje y exploración.

 ¡Ojo!, ¡Atención!, el principal rol del adulto, nuestro papel en la coregulación es el siguiente:  Aprender a detectar el estado en el que se encuentran nuestros hijos, ¿se sienten seguros (calma)?; ¿se encuentran en estado de alerta (pelea o escape)?; ¿están en estado de “apagado” e inmovilización?  Si detectamos a través de sus expresiones físicas, su cara, sus ojos, su boca, su voz y sus movimientos, que no están en estado de calma es momento de ayudarlos.  El primer paso en la coregulación, es que el adulto logre entrar en estado de clama él mismo, ya que ninguna persona desregulada puede ser calmada por otra persona desregulada. Y justamente, aquí es en dónde más errores cometemos al desesperarnos, enojarnos, gritar y utilizar las amenazas y los castigos para tratar de lograr que los niños cumplan con las expectativas escolares. Tratemos entonces, primero,  de detectar nuestro estado personal y utilicemos estrategias para calmarnos; una vez en este estado, utilizar las 3 R´s de la regulación emocional (en el orden preciso) para ayudar a nuestros hijos a  encontrar la calma:

1.     Regularse: estrategias para calmar el cuerpo.

2.     Relacionarse: conectar a través de sintonía, sensibilidad, empatía, validación

3.     Razonar: una vez calmado podemos reflexionar sobre la experiencia. No antes.

Lo más importante de todo esto es saber que, definitivamente, sí tenemos un rol en ayudar a nuestros hijos a lograr sus metas y su éxito académico y que esto no requiere hacer las tareas por ellos, sino que requiere, ante todo, realizar nuestra propia tarea: un cambio de perspectiva en el cómo vemos el comportamiento de nuestros hijos, desarrollar nuestras propias habilidades parentales reflexivas y nuestras habilidades de corregulación. Una vez logrando esto, podremos modelar, practicar y enseñar cada una de las funciones ejecutivas para que ellos puedan lograr lo que se propongan.

 

Te invitamos a seguir nuestros programas de crianza con apego y aprendizaje.

¡Hasta pronto!

 

Elisa Verónica Jiménez Gutiérrez

 

Verónica Jiménez Gutiérrez