La Navidad… ¿Por qué nos estresamos?

Definitivamente no eres la única persona a la que le suben los niveles de estrés y ansiedad en esta época. De hecho, es muy común y le pasa a niños, adolescentes y adultos. ¿Pero por qué nos pasa en una época que debería ser todo lo contrario? Echémosle un lente a nuestro sistema nervioso autónomo y a lo que lo sometemos durante este periodo. El propósito no es enlistar todo lo negativo de esta época sino verlo desde un lente neurocientífico para tratar de tomar mejores decisiones y pasarla lo mejor posible.

El estrés es mucho más que una preocupación. El estrés es cualquier cosa que saca al cuerpo de homeostasis. La homeostasis es cuando todo en nuestro cuerpo está funcionando perfectamente y como está diseñado para que funcione. Si lo sacamos de homeostasis, nuestro cuerpo va a requerir energía para regresar a la misma y esto implica un gasto metabólico. Como explica Stuart Shanker, el estrés puede ser biológico (todo lo que recibimos por los sentidos), emocional, cognitivo, social o prosocial (lo contrario de lo antisocial). Los estresores actúan como un sistema dinámico. Es decir, si aumentamos un estresor disminuimos nuestra capacidad de tolerar otros. Por ejemplo, si nos desvelamos la noche anterior puede que no toleremos con tanta paciencia los gritos de nuestros hijos jugando. 


¿Qué estresores aumentamos durante la navidad? ¡Creo que son muchos! Veamos algunos de ellos:


  • Expectativas: ¿te sientes presionado por escoger el regalo adecuado?, ¿por decorar tu casa?, ¿por lograr hacer una navidad extraordinaria para todos? Estas expectativas nos llenan de estresores emocionales, cognitivos y sociales. Analiza cuáles de estas actividades son prioritarias y te hacen sentir bien y cuales te quitan energía y no son tan necesarias.

  • Pendientes y horarios: Llevamos vidas de por sí repletas de pendientes y cosas que hacer y en está época retacamos nuestras agendas como si los días tuvieran 48 y no 24 horas. Elige bien cuales son los eventos en los que quieres participar y con quienes te puedes reunir en otras ocasiones durante el año. Organiza bien tus semanas para dosificar lo verdaderamente importante. Deja tiempo para las actividades que restauran tu energía. Por ejemplo, si salir a caminar es parte de tu rutina que te mantiene regulado, dale prioridad y no lo dejes de hacer durante esta época.

  • Dinero y gasto: en esta época tendemos a gastar más y cuando esto sucede empezamos a estresarnos. Define muy bien tu presupuesto para regalos, salidas y eventos sociales y toma tus decisiones respetando el mismo. 

  • Eventos sociales: para algunas personas los eventos sociales pueden ser muy estresantes y sobre estimulantes. Si es tu caso o el de tus niños, anticipa las diferentes situaciones, practícalas y ten en mente estrategias para reducir el estrés cuando esto suceda. Por ejemplo, si a mi hijo se le dificulta la flexibilidad cognitiva voy a tener en mente qué voy a hacer si no le toca algo que le gusta en el intercambio. Piensa en qué se les ha dificultado en las reuniones sociales de años anteriores.

  • Super estimulantes: equilibra tu ingesta de comida y alcohol ya que todo se nos antoja pero el efecto placentero pasa rápidamente y el gasto metabólico nos puede hacer sentir muy bajoneados. Lo mismo con los videojuegos y social media, aunque sean vacaciones debemos tener un límite porque nuestro cuerpo se sigue estresando con los mismos.

  • Soledad y pérdidas: es una época en la que las emociones se intensifican y se vale sentirlas. Todas las emociones son positivas y deben ser bienvenidas a las fiestas. No te fuerces a sentir solamente alegría y diversión.

Pensemos que si queremos tener una buena experiencia en Navidad, debemos cuidarnos más que nunca ya que en esta época exponemos nuestro sistemas a mucho más estresores de lo que nuestros sistemas nerviosos están diseñados para aguantar. ¡Cuídate y ten muy felices fiestas!

Vero Jiménez.

 

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